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Chickenfoot: Todo empezó en Cabo

Chickenfoot: Todo empezó en Cabo

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Un jam en un bar reunió a tres viejos lobos del mar del rock. Aquellos presentes esa noche no sabían que esta sorpresa sería el inicio de uno de los proyectos alternos más interesantes de la escena del rock, una banda creada en tierras mexicanas, al calor de la música, la playa y un tequila.

Como un coctel bien mezclado, los elementos de la fórmula llamada Chickenfoot se fueron integrando hasta encontrar el sabor adecuado. El escenario era el ya legendario Cabo Wabo, bar ubicado en Cabo San Lucas y propiedad de Sammy Hagar, vocalista de Van Halen durante más de una década; los otros dos protagonistas eran Michael Anthony, bajista de la misma banda y Chad Smith, baterista de Red Hot Chili Peppers. Al proyecto se sumaría, a sugerencia de Hagar, Joe Satriani, reconocido como uno de los mejores guitarristas del mundo.

La banda hace su debut con el álbum Chickenfoot en 2009 y en 2011 lanzan la producción que nos ocupa en este espacio: Chickenfoot III. Once pistas que, más allá de la virtuosidad, trayectoria o fama de los intérpretes, no tienen más objetivo que hacer rock, plano, sin apellidos, llanamente rock.

El disco arranca con Last Temptation; durante los primeros 20 segundos, un sonido poderoso y un riff inconfundible podrían hacer pensar que esta es una clásica canción de Satriani, pero en el momento en que la voz de Hagar entra por las bocinas, el tema cambia de dinámica para traer a nuestro cerebro el ambiente de un bar lleno de rock, cabezas agitándose y manos levantadas.

Los estilos de  Satriani y Hagar se hacen evidentes en las composiciones de todo el álbum, el segundo sencillo, Different Devil, parece sacado de un disco de Van Halen de principios de los 90, sin embargo, cada músico aporta un sabor especial que matiza esta base conductora. Chad Smith marca un ritmo sólido al que todos se adaptan en Dubai Blues.

La mayor parte de las melodías tienen la mezcla exacta entre una base de blues y un toque de rock clásico, Anthony tiene ese sonido discreto y a la vez indispensable que hacen que Up Next y Big Foot provoquen al escucha a saltar al ritmo de cada pulsación.

A pesar de contar con un irregular desempeño en las listas de popularidad y ventas en todo el mundo, el álbum ha generado la expectativa de una tercera producción (el nombre de Chickenfoot III de este lanzamiento fue una broma por parte de la banda). La crítica y la audiencia han sonreído satisfechas ante esta mezcla de sabores musicales. Los emocionados tenemos la confianza de que próximamente leeremos un siguiente capítulo de esta historia, después de todo, Hagar seguirá siendo dueño del Cabo Wabo, seguirá produciendo la marca de tequila del mismo nombre, y seguirá invitando a Satriani, Smith y Anthony a conectar sus instrumentos y pasar un rato sin mayor pretensión que hacer rock.