Sucker Punch: Una trampa en la que todos caen.
Existen ciertos elementos que una película debe procurar si sus realizadores pretenden convertirla en un éxito de taquilla o, al menos, en un evento perdurable en la mente del espectador. Cuando todos los factores visuales han sido cuidados al máximo para contar la historia, la banda sonora puede convertirse en el punto débil o el complemento ideal que influya en la manera en que el público y la crítica reciban la película.
En el 2011, el soundtrack de Sucker Punch consiguió no sólo construir la atmósfera adecuada para la película, sino que logró obtener mejores críticas que la película misma. Las razones son muchas.
Con una tímida voz, y en medio de sonidos que plantean una atmósfera oscura y misteriosa, Emily Browning inicia una versión de Sweet dreams que crece en volumen e intensidad hasta un clímax, para luego volver a caer, dejando perfectamente claro lo que nos espera en esta recopilación de voces y composiciones que fue catalogada como uno de los mejores álbumes del año, una vaivén de ritmos y emociones que paralelan las imágenes en pantalla.
Para entender esta banda sonora, hay que considerar que cada uno de los temas representa una escena específica, combinando a la vez con los increíbles efectos visuales y las emociones de los protagonistas.
Encontramos una de las mejores colaboraciones en la pista Army of me, en la que los ingleses de Skunk Anansie acompañan a la excéntrica Björk para dar nuevos bríos y potencia a uno de los primeros sencillos de la carrera de la islandesa. La banda contribuye también con una versión modernizada de Search and destroy, éxito que Iggy Pop y su banda The Stooges lograron popularizar y convertir en un ícono punk en 1973.
Emily Browning, protagonista del filme, aparece nuevamente en los temas Asleep, original de The Smiths, y el himno indie de The Pixies, Where is my mind, esta última interpretada al lado del cantautor israelí Yoav. Ambas canciones van íntimamente ligadas a la situación y psicología de Babydol, personaje al que Browning da vida en el filme.
Con menos de 50 minutos de duración, las atmósferas psicodélicas continúan con Alison Mosshart y Carla Azar, haciendo un cover de Tomorrow never knows de The Beatles, y Emiliana Torrini homenajeando a Jefferson Airplane con su versión de White Rabbit.
El promisorio mashup de I want it all y We will rock you de Queen se perfila para muchos como el punto más débil de esta producción, al incluir una sección de rap del poco conocido Armageddon aka Geddy que no termina de integrarse con el resto de los temas. Escuchado con otros oídos, podríamos afirmar que el tema constituye un movimiento inesperado en una recopilación caracterizada de por sí por la sorpresa y los giros de tuerca que, como en su contraparte visual, consiguen establecerse como una auténtica y agradable broma, un golpe desestabilizador, un auténtico Sucker punch.